NESTALGIA PURA (II): De compras en PRYCA ¡A por la NES!

El C.C Pryca de Castellon fue el escenario de los hechos aquí contados

Verano de 1991 ¿O era 1990? No importa. Era una tarde de verano y por fin había ahorrado lo suficiente entre pagas y cumpleaños para poder cumplir mi sueño: poseer una videoconsola. 16.000 pesetas tenían la culpa y ya las tenía en mi poder.

¿Era Pryca o era Alcampo? Estoy casi convencido de que fue el primero. En realidad tampoco importa. Iba a ser un día importante. Lo que sí recuerdo es la siguiente conversación tras pasar un buen rato en el lineal de videojuegos del hipermercado:

- Entonces ¿Esta es la "maquinita que quieres, hijo?
- Sí, mamà. Definitivamente esta porque ya lleva un juego. Mira: se llama Sonic.
- Pero ¿podrás alquilar más juegos?
- Pues... no. Para esta no tienen en el videoclub. Pero mira, la consola negra lleva juego y "la Nintendo" no.
- Como veas, pero ten en cuenta que no podrás tener más juegos hasta Navidad. Y si no puedes alquilar sólo tendras uno para jugar.
- Vaya... pensándolo mejor me llevaré la otra: ¡La Nintendo!

Y así fue cómo la NES entró en mi vida. Tuve la Master System en el carro de la compra. Incluía un juego y la NES no. Pero el tema de alquilar, como bien advirtió mi madre, hacía que la decisión cayera por su propio peso. Cambié de opinión ¡Bendito cambio de opinión!  No sé si será la consola de mi vida, pero fue la primera que tuve. Y esa misma consola de la que hablo la sigo teniendo, perfectamente funcional y debidamente conectada. Su mantenimento ha sido mínimo: limpieza interna, levantamiento de pines (¡gracias Juntelart!)  y ahí sigue: dando guerra como el primer día. 

El juego incluído en la MS era un aliciente, pero resistí.

No tuve muchos juegos en propiedad pero gracias al económico alquiler que me brindaban dos videoclubes muy cercanos a mi casa pude catar y disfrutar gran parte del catálogo de la consola. El primero de todos fue el Bubble Bobble, que alquilé prácticamente tras llegar a casa. Con este sistema disfruté como un enano a todos los niveles y marcó -imagino que como a muchos- un antes y un después en mi forma de entender el ocio doméstico.

El viernes era día de videoclub. Y eso me permitió conocer  infinidad de juegos.

Cuando puede hacerme con una SNES varios años después, mi querida máquina de 8 bits cayó en el olvido.  Ley de vida. La guardé en un armario y ahí se quedó muchos años. Hasta que, ya siendo un adulto de 26 años, un día topé con ella en dicho armario. Me produjo un pequeño ataque de nostalgia y no puede evitar comprobar si todavía funcionaba. Así que, ni corto ni perezoso, la conecté ¿Lo adivináis? Efectivamente, parpadeo de la luz roja y pantalla gris. La abrí, limpié los contactos y ¡Voila! resulta que el Nintendo World Cup que le metí se mostró en todo su esplendor. Tras oír aquella musica de la introducción tan característica de los juegos de Technos un deseo de revivir aquellos tiempos creció en mí. Ahí comenzó mi interés y afición por coleccionar juegos y consolas antiguas así como de recuperar los tesoros que no supe valorar en su momento. Otra vez la NES. Siempre la NES señalándome el camino.

Con esta introducción os podéis imaginar lo que significa este sistema para mi. Es por ello que me marqué como objetivo poder tener una unidad en estado inmaculado e impoluto. De colección. Además quería la misma edición que tuve, para mi la más simbólica, representativa y característica. A pesar de que los precios de mediados de los 2000 no eran la locura actual, no iba a ser fácil encontrarla. La posibilidad de tenerla tardó años, pero ese día llegó. Un conocido coleccionista me ofreció una a través de un foro. Era justo lo que buscaba y en el estado que buscaba. Y poca historia más que contar. Se la compré y hoy es, posiblemente, el mayor de los tesoros de mi colección.

Más adelanté realizaremos un pequeño viaje temporal a los 90 y os mostraré, a través de una nueva publicación, el unboxing de dicha NES.